Un testimonio chino de hacia el año 1120 nos habla de un juego, cuyo objeto eran tablillas de marfil con representaciones alegóricas del cielo, de la tierra, del hombre, de las estrellas, de los puntos cardinales y de algunas virtudes como la justicia y la benevolencia ( mahjong ). Los chinos también emplearon un tipo de cartas cuyos nombres y representaciones son análogas a las del juego del ajedrez y, por consiguiente, se supone que, por lo menos en este pueblo, el juego de las cartas se desarrolló a través del ajedrez.
Por otro lado, en Europa, a muchos les resulta fácil decir que las cartas proceden del ajedrez, ya que en ambos juegos se representan las sotas ( peones ), reinas, reyes y caballos.
Existe un juego de cartas indio, el desavatara, al que se juega todavía hoy en día, que representa las diferentes encarnaciones ( avatara ) de Visnú o sus símbolos, las figuras del rey y del visir, figuras de peces, tortugas, conchas, flores de loto, jarros, elefantes, monos, vacas, etc.
Los primeros naipes que se usaron y se conocieron en Europa fueron los " naibis" italianos del s. XIV, que proceden de la simbología china. Representan aspectos y personajes de la vida ( desde el mendigo hasta el caballero, desde el artesano hasta el sabio, el emperador y el papa, etc), a las Musas y a Apolo, los planetas, según los conocimientos de entonces, las virtudes y las ciencias.
Dicen que los que introdujeron los naipes en Europa fueron los cruzados, aunque muchos lo han cuestionado, ya que la última cruzada se llevó a cabo cien años antes que el testimonio más antiguo sobre los naipes.
Los primeros documentos que nos han llegado son como proclamas de prohibición de las cartas, cuando su uso empezó a considerarse peligroso.
Otros mantienen que los naipes, o, por lo menos, su uso adivinatorio, fueron introducidos en Europa por los gitanos; éstos originarios del Asia Central, expulsados por los conquistadores y llegados a Europa tras un largo peregrinar, han tenido siempre crédito adivinatorio, precisamente debido a sus orígenes misteriosos y a su nomadismo.
Tenemos que hacer referencia a Oscar Wirth, uno de los mayores expertos en el tarot, hasta el punto que, en la historia de la adivinación, se le reconoce universalmente como un clásico en la materia, y que vivió entre la 2ª mitad del s. XIX y principios del XX.
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